jueves, 18 de octubre de 2007

El Orfanato




Pues aprovenchando que ayer tuvimos algo de tiempo y muchas ganas nos fuimos llenos de esperanza a ver El Orfanato, ópera prima del director Juan Antonio Bayona.

Para sorpresa mía había muchísima gente en la sala. Vale que era "el día del espectador", pero en estas tierras no suele haber mucha gente en el cine entre diario. Aquí les va más el tema de aglutinarse como borregos en el centro comercial los fines de semana, que es lo que se lleva. Pero bueno, vamos con la película que me pierdo...

En El orfanato, el matrimonio formado por Laura y Carlos, acude junto a su hijo adoptivo Simón al edificio que da nombre a la película, donde ella fue criada junto a otro grupo de niños huérfanos. Su idea es la de rehabilitar el hospicio para acoger a niños deficientes, pero cuando Simón desaparece, y ante la inutilidad de las pesquisas policiales, Laura inicia un descenso personal a un infierno aterrador y espectral, que entronca directamente con su pasado al tener mucho que ver con sus propias vivencias pasadas en la vieja casona asturiana.

El orfanato no es una película del montón. Se trata de una cinta de terror muy bien rodada e interpretada que, a pesar de los altibajos que se puedan percibir a lo largo de su visionado, éste se realiza con interés, haciéndonos pegar incluso algún que otro bote a los espectadores más asustadizos. Y a los no tan asustadizos, los mantendrá en vilo durante todo el film y conseguirá que disfruten con lo que se les viene encima. Para mi gusto se trata de una película clásica de fantasmas. Cierto es que usa algunos tópicos del mejor cine de terror y que bebe de muchas películas del este género (Poltergeist, Los otros...), pero El orfanato funciona y de muy buena manera.

Aparte de maese Bayona, detrás de este estupendo proyecto se encuentra Sergio G. Sánchez, ambos primerizos pero que realizan un trabajo fenómeno propio de profesionales quizás más "maduros", con más tablas. Bayona ha rodado esta cinta de forma magistral y elegante una historia que pese a lo propicia que podía ser para caer en innumerables clichés propios del género, atrapa al espectador arrastrándolo irremediablemente a su espectacular climax final. Todo está cuidado al máximo, con todo detalle, lo cual denota además que se le ha puesto ilusion, ganas y mucho cariño al asunto.

Quizás a la hora de presentar y describir a los personajes se quede algo corta ya que no llega a profundizar lo suficiente en ellos, en quiénes y cómo son, ni con los resultados esperados en cómo afecta a la relación que mantienen Carlos y Laura la desaparición de su hijo.




El film cuenta con una estupenda puesta en escena y una inquietante atmósfera en algunos de sus pasajes. Habría que añadir a todo ello un cuidado diseño de producción, convirtiéndose los decorados en un elemento imprescindible del relato, además de la acertadísima elección de ese gran casona asturiana como localización perfecta donde se desarrolle la acción. Más concretamente, se trata de El Palacio de Partarrí, sito en la maravillosa y siempre bella LLanes. Por no hablar ya del faro y su acceso, con esa playita a sus pies... Pero no todo el rodaje tuvo lugar en LLanes, sino solo el 20%. El restante 80% de la película se filmó en unos inmensos decorados de más de 1000 metros cuadrados que ocuparon completamente una inmensa nave industrial, situada en Barcelona. Allí se recrearon todas las estancias del orfanato así como la gran mayoría de interiores que aparecen a lo largo de la historia.

La banda sonora corre a cargo de Fernando Velázquez, quien realiza un buen trabajo ya que cumple a la perfección su cometido, el cual no es otro que el de acompañar al transcurso de las imágenes, al desarrollo de la historia, y reforzando la puesta en escena cuando debe hacerlo.

En cuanto al reparto, decir que es excelente. Destacar de entre todas las actuaciones, la de Roger Príncep en el papel de Simón, la de Geraldine Chaplin en el papel de la medium Aurora (papel que le viene como anillo al dedo a mí parecer) y la de una inconmensurable Belén Rueda en el papel de Laura. La actuación de Fernando Cayo, en el papel de Carlos, queda eclipsada por la de Belén Rueda, que es quien soporta todo el peso, dejándole así como simple acompañante y casi observador de la acción.

Y poco más que añadir. Os recomiendo que vayáis al cine a verla porque merece la pena. Quizás resulte imposible no compararla con Los Otros, y aunque El Orfanato no cuenta con la gran Nicole Kidman, creo que Belén Rueda no le va muy a la zaga y que la historia, y la película en sí, superan con creces a la cinta de Amenábar.

No seáis mendrugos y dadle una oportunidad, que se la merece. Ah! y soberbia la secuencia de créditos del comienzo del film...


Pd: Aquí tenéis un detalle de la originalidad de los yankis.

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